Un cuento corto hecho únicamente de mis delirios.

Lluvia y ángeles caídos

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Era una noche en la que la lluvia envolvía la ciudad.
El mundo se tiñó de incoloro,
La tierra y el cielo estaban ocultos tras una cortina gris.

En lo profundo de la noche, en un tranquilo callejón, el ángel caído Luciel
Estaba mirando al cielo sin paraguas.
Sus alas negras colgaban mojadas,
Había un dolor en sus ojos, como si algo estuviera enterrado allí.

200 años desde que fui desterrado del cielo.
Luciel vagó por el mundo humano, tratando de lavar sus pecados,
Allí donde sus manos tocaban, sólo quedaba oscuridad y desgracia.
Su misión era proteger el alma humana,
A diferencia de cuando era un ángel, su presencia ahora es
Sólo se consideró una señal ominosa.

Ese día también Luciel estaba en un callejón lluvioso.
Estaba buscando el alma humana que sufre.
Un hombre al que se acercó estaba apoyado contra la pared.
Estaba gimiendo y agarrándose el estómago.
La sangre fluía débilmente mezclada con la lluvia.

¿Es esta la salvación que estabas buscando?
Luciel miró al hombre y habló en voz baja.
Había soledad en su voz.

El hombre levantó la cabeza y miró a Luciel.
"No creo en la salvación. Pero tampoco tengo miedo de morir."

Luciel se quedó en silencio por un momento.
Desde que se convirtió en un ángel caído, ha sido ridiculizado por la palabra salvación.
Pero al menos una vez quiso salvar a alguien con sus propias manos.
Quizás haya sido simple egoísmo.

-Entonces ¿quieres confiar en mí? -preguntó Luciel.

El hombre miró a Luciel a los ojos sin decir una palabra.
En ello vio algo.
No fue ni el brillo de un ángel ni la tentación de un demonio.
Fue solo una confesión de un ser que estaba igualmente roto y herido.

"Confía en mí", dijo el hombre con dificultad.

Luciel sonrió y agarró la muñeca del hombre.
En ese momento la lluvia cayó aún más fuerte.
Con su toque, las heridas del hombre comenzaron a sanar lentamente.
Pero el precio fue una parte del alma de Luciel.

"Podrías ser el último humano que salve."
Luciel murmuró suavemente.

El hombre no dijo más.
Por primera vez, la luz de la vida apareció en sus ojos.
Luciel miró hacia el cielo.
La lluvia seguía cayendo,
Parecía como si una luz tenue lo estuviera mirando desde algún lugar.


No había fin. El viaje del ángel caído aún no había terminado.