Ecos del mañana

El mentor

Pharita observó cómo Atlas examinaba cuidadosamente el orbe cristalino que había traído de su mundo. Su taller, abarrotado de inventos a medio terminar y planos intrincados, parecía un tesoro de conocimiento y potencial. El orbe, que ahora brillaba tenuemente, parecía resonar con la energía ambiental de la habitación.

—Dime, Pharita —empezó Atlas con una voz que mezclaba curiosidad y autoridad—, ¿cómo encontraste este artefacto?

Pharita relató su experiencia en el museo, la extraña atracción que sintió hacia el orbe y el repentino destello de luz que la transportó al Reino Paralelo. Mientras hablaba, la expresión de Atlas pasó del escepticismo a la intriga.

"Parece que este artefacto te eligió por algo", reflexionó, dejando el orbe con cuidado. "Hay pocos objetos en este mundo con tanto poder. Conecta profundamente con la música y la tecnología, como nuestra ciudad".

Pharita sintió una mezcla de alivio y emoción. "¿Entonces puedes ayudarme a entenderlo? ¿Y tal vez ayudarme a encontrar el camino de regreso a casa?"

Atlas asintió, aunque su mirada permaneció pensativa. «Sí, pero no será fácil. Este artefacto guarda secretos que ni siquiera yo he podido comprender del todo. Juntos tendremos que liberar su potencial».

Le indicó a Pharita que lo siguiera adentrándose en el taller. Pasaron junto a varios inventos, a cual más fascinante: un violín que tocaba solo, emitiendo imágenes holográficas con cada nota; un par de guantes que creaban ondas sonoras tangibles al usarlos.

"¿Cómo funcionan estas cosas?", preguntó Pharita, maravillada por el ingenio que la rodeaba.

Atlas sonrió levemente. «En este ámbito, la música y la tecnología están entrelazadas. Las ondas sonoras pueden aprovecharse como una forma de energía, capaz de alimentar dispositivos e incluso moldear objetos físicos. Requiere un profundo conocimiento tanto del arte como de la ciencia».

Llegaron a una gran mesa en el centro de la sala, llena de herramientas e instrumentos de aspecto extraño. Atlas tomó unas gafas con múltiples lentes y se las entregó a Pharita. «Estas te ayudarán a ver los patrones de energía dentro del artefacto. Póntelas».

Pharita se puso las gafas y el mundo a su alrededor se transformó. Podía ver intrincadas redes de luz y color emanando del orbe, cada hebra pulsando con un ritmo que casi podía oír.

"Es hermoso", susurró, fascinada por la vista.

Atlas asintió. «Sí, y complejo. Estos patrones son la clave para liberar el potencial del artefacto. Tienes una afinidad natural con la música, Pharita, y eso será crucial para descifrar estos patrones».

Le entregó un dispositivo pequeño y elegante que parecía una mezcla entre un teclado y una tableta. «Este es un sintetizador armónico. Te permitirá interactuar con la energía del artefacto. Intenta tocar una melodía sencilla».

Pharita dudó un momento, luego colocó los dedos sobre el sintetizador. Tocó algunas notas y, para su asombro, los patrones alrededor del orbe respondieron, cambiando y alineándose con la melodía.

"Excelente", dijo Atlas con un dejo de orgullo en la voz. "Verás, el artefacto responde a la entrada musical. Cuanto más compleja y armoniosa sea la música, más potente será la respuesta".

Pharita pasó las siguientes horas experimentando con el sintetizador, guiada por la experiencia de Atlas. Aprendió a crear armonías que podían manipular los patrones de energía, haciendo que el orbe emitiera pulsos de luz que iluminaban todo el taller.

Al anochecer, Luna reapareció con una bandeja de comida. «Deben estar agotados», dijo, dejando la bandeja. «Descansen un rato y coman algo».

Pharita se dio cuenta de que se moría de hambre y aceptó la comida con gratitud. Mientras comían, ella y Atlas hablaron sobre sus próximos pasos.

"Necesitamos descubrir el verdadero propósito de este artefacto", dijo Atlas entre bocados. "Está claro que tiene un papel importante en ambos mundos. Pero también debemos ser cautelosos. Hay fuerzas en este reino que querrían explotar tal poder".

Pharita asintió con determinación en la mirada. "Haré lo que sea necesario para comprender este artefacto y proteger nuestros dos mundos".

Atlas sonrió, una expresión inusual pero genuina. "Bien. Tenemos mucho trabajo por delante, pero creo en tu potencial, Pharita. Juntos, desvelaremos los secretos del orbe y descubriremos la verdadera armonía entre la música y la tecnología".

A medida que la noche se hacía más profunda, Pharita sintió que un propósito se consolidaba en su interior. Ya no era solo una cantante e intérprete; era la clave de algo mucho mayor, un puente entre mundos. Y con Atlas y Luna a su lado, estaba lista para afrontar cualquier desafío que se le presentara.