Por favor, divorciate de mí, esposo.

Episodio 4 - "El peso de las condiciones"

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Por favor, divorciate de mí, esposo.









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La luz del sol entraba a raudales por la ventana. Sentía la cabeza pesada y el cuerpo aún lánguido.


“…”


Caminé lentamente hacia el lavabo y me lavé la cara. Al sentir el agua fría, sentí que el cansancio y la tensión del día anterior se desvanecían poco a poco.


"…"


En ese momento, mi teléfono vibró. El nombre de la secretaria apareció en la pantalla.


"…Qué pasa."


Cogí el teléfono con cautela; su voz sonaba urgente.


—Señor, ha surgido algo urgente en la empresa. Creo que debe venir de inmediato.


Me tomé un momento para recuperar el aliento y miré por la ventana.


—Está bien. Me voy pronto.









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Al llegar a la oficina, me recibió un vestíbulo espacioso y un personal muy ocupado. Como había dicho la secretaria, había surgido un asunto urgente.


"Ja…"


Me tomé un momento para recuperar el aliento, evaluar la situación y caminar hacia la oficina del presidente.


“…“


Tan pronto como abrí la puerta de la oficina del presidente, lo primero que vi fue una montaña de documentos apilados sobre la mesa y a Choi Soo-bin frunciendo el ceño.


"…¿Qué pasó?"


Sus labios fuertemente fruncidos y la manera en que sus dedos hojeaban distraídamente los papeles hablaban de lo sensible que era.


"No es asunto tuyo."


Su voz era corta y fría. Me quedé sin palabras por un momento, mirando sus dedos rozando los papeles y sus labios apretados.


“Explica lo que pasó.”


Choi Soo-bin pareció sorprendido por un momento por su actitud descarada, luego suspiró y dijo.


“Ahora que se han intercambiado los papeles del divorcio, los términos pueden considerarse inválidos”.


Sí, la condición del contrato matrimonial era que la empresa nos fuera entregada.


"…"


Cansada de la indiferencia de su marido, entregó los papeles del divorcio sin siquiera considerar las condiciones...


‘Me estoy volviendo loco’


Choi Soo-bin me miró directamente por un momento y luego hojeó los papeles.


“Te lo dije, no es asunto tuyo”.


Su voz era corta y fría, pero había en ella una marcada alerta y una ligera incomodidad.


“…Asumiré la responsabilidad de mis errores”.


Me miró como si me observara por un momento y luego suspiró.


"Sal de aquí, estoy loco."


Su suspiro y sus breves palabras me dejaron confuso. Dudé un momento, luego asentí y coloqué con cuidado los documentos sobre la mesa.


“Este asunto debe corregirse”.









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