La lluvia no daba señales de parar. Estábamos hombro con hombro en el estrecho espacio bajo el paraguas, pero, curiosamente, la distancia parecía lejana. Las palabras que acababa de pronunciar aún resonaban en mis oídos.
No era amor, era una carga.
Desde el momento en que esa frase salió de mis labios, se hundió como una piedra y pesó en mi corazón.
Jungkook no respondió. En cambio, el único sonido fue el de su respiración profunda y su exhalación. Pero esa respiración decía más que las palabras.
Ira reprimida, orgullo herido y afecto que aún no ha sido borrado.
Todo sonaba mezclado a la vez. Incapaz de contener la respiración, bajé la cabeza. Gotas de lluvia caían de la punta de mi paraguas, salpicándome los tobillos, e incluso esas diminutas gotas parecían posarse en mi corazón.
Jungkook no dijo nada, pero sus acciones fueron diferentes. Me acercó el paraguas, asegurándose de que ni una sola gota cayera sobre mi hombro. Aun así, seguía empapado. Aunque mis duras palabras debieron doler, instintivamente me protegió. Esa calidez se sintió aún más dura.
No pude mirarlo a la cara. En cambio, los recuerdos me inundaron como lluvia. En cuanto se encendieron las luces del primer escenario, me sujetó la mano con fuerza.
"Estás bien"
Jungkook, quien sonrió y dijo: "Así es". La emoción de respirar juntos y caminar sincronizados en el escenario. El éxtasis de los vítores del público que nos envolvía. En ese momento, creí que el mundo nos apoyaba.
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Pero la actuación final fue completamente diferente. La música seguía fluyendo, pero mi cuerpo no podía seguirle el ritmo. En cuanto perdí el ritmo, la coreografía se desmoronó, y en ese instante, el aire del público se congeló. Las luces del escenario seguían brillantes, pero parecían revelarme en lugar de iluminarme. Incluso el más mínimo error se magnificaba, tensándome el cuerpo. Se me cortó la respiración y el corazón me latía desbocado.
Jungkook extendió la mano desde un lado, pero fingí no verle las yemas de los dedos. Pensé que me volvería aún más vulnerable en cuanto le tomé la mano. Finalmente, me giré y caminé hacia un lado del escenario. La expresión en el rostro de Jungkook, una mezcla de sorpresa y pérdida, hizo que mis pasos fueran más pesados.
Incluso ahora, al recordar ese momento, me duele el corazón. Desde ese día, no he podido aferrarme a ese recuerdo. No, creía que aferrarme a él me destruiría.
"Vámonos ahora."
Jungkook habló en voz baja. Su voz ya no era aguda. En cambio, era tan tranquila como el sonido del agua al hundirse. Pero esa calma me conmovió aún más. Habría sido mejor enojarme y cuestionarlo. Su voz, al desvanecerse así, sonó como una declaración de que ya no esperaba nada.
No pude responder, así que asentí. Empecé a caminar de nuevo, pero sentía el corazón pesado, como atado al camino. El silencio entre nosotros resonaba más fuerte que la lluvia, y la distancia bajo nuestros paraguas seguía siendo tan larga como siempre.
Mientras caminaba, quise girar la cabeza varias veces para mirarlo a la cara. Pero no tuve valor. Temía que, si lo hacía, descubriría el calor que aún albergaba en él. Si ese calor me atraía, me derrumbaría de nuevo. Así que mi mirada permaneció fija solo en las puntas de sus pies mojados.
Al acercarnos a la casa, Jeongguk se detuvo. Las gotas de lluvia que caían de la punta de su paraguas salpicaban los escalones de piedra. Intentó mirarme a los ojos, pero me negué a levantar la vista. En el momento en que nuestras miradas se cruzaron, sentí que todo se derrumbaba.
“Entra con cuidado.”
Su voz, que solo dejó un breve saludo, era sorprendentemente tranquila. No contenía ni ira ni súplica. Me di cuenta de que ese sonido era el más doloroso.
Se giró y caminó bajo la lluvia. El paraguas se alejó lentamente, desapareciendo en la oscuridad. En ese instante, el espacio bajo el paraguas se vació. Las gotas de lluvia golpeaban sin piedad mis hombros, pero un vacío aún mayor me invadió. Me quedé paralizada en los escalones hasta que su espalda desapareció por completo.
Desde ese día, siempre he huido. De los recuerdos, de los sueños y de la situación.
Pero hoy, mientras veía desaparecer su espalda empapada por la lluvia, me di cuenta.
Por más que corrí, seguía buscándolo en el mismo lugar.
