El susurro de la deidad

Antes y después

La Hora Desplegable El universo gira y gira, un reloj cósmico que nadie percibe. Y corazones que sufren en soledad, aún esperan la luz designada por el amor. Quizás tu alma estaba destinada a la mía, una chispa afín, un dulce designio. Pero cuando nos conocimos, mi corazón estaba lleno de futuros que no podía anular. Un amor ya nacido y crecido, que en su suelo, tu semilla fue sembrada, pero no encontró espacio para brotar y crecer, bajo esos cielos más antiguos y tiernos. Entonces, el tiempo siguió su curso, una marea que huyó,

Hora desplegándose, para ser otro momento pierdo el control.
Y dejé atrás una alegría no dicha. Y ahora, cuando la vida ha forjado nuevos caminos y suavizado las agudezas de mis días, veo una vida que podría haber construido, sin sombras, miedo ni culpa, de horas desparejadas y años sin contar, una historia esperando a desplegarse. Y aunque mi camino no es el tuyo, y las semillas que anhelamos puedan ser sembradas en tierra fértil en costas lejanas, conservo el susurro de las puertas, que aún podrían abrirse, algún día, cuando nuestros caminos se crucen y se reencuentren. ¿Quizás, con el tiempo?