Mirae y Jimin se toman de la mano y crean un espacio dimensional dentro de la casa. Entran, paso a paso. Y solo el aire frío y el silencio refrescante permanecen en la casa. Esa atmósfera tranquila y misteriosa.

Jimin dijo que vendría hoy, ¿verdad?
"Sí, Su Majestad."
"Mira lo que estoy haciendo. Solo por dos días."
"Está bien. ¿Necesitas algo más?"
"No hay ninguno, así que ve rápido."
Un hombre que parecía ser el padre de Jimin se inclinó ante el hombre que lo llamaba "Su Majestad" y abrió la puerta. Este hombre, el padre de Jimin, se llamaba Park Ji-hwan. Era un hombre temible, con un lado malvado y otro esperanzador. Fue él quien protegió el trono con su mente venenosa, lo cual lo dice todo.
"Es una pena que estés saliendo con una bruja."
Ji-hwan chasqueó los dedos y rió con inquietud. Quizás era porque creía que todas las brujas eran malvadas. Con esa madre psicótica, ese hermano mayor psicótico y ese hermano mayor aún sufriendo las secuelas de un accidente, su padre estaba destinado a estar obsesionado. De no ser por eso, Jimin podría haber vivido una vida libre como su hermana menor.
Jimin y Mirae entraron en la plaza y se sentaron en un banco, como desplomados en el vacío. Mirae suspiró, contemplando la dimensión que conducía al mundo del zorro de nueve colas. Jimin, con la mirada triste, acarició las mejillas de Mirae y la besó.
El amor es una palabra.
El amor puede tragarse cualquier oscuridad.
